Rostros del cañaveral

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Yilbert Pérez integra la lista de operadores millonarios del territorio y ostenta la distinción de estar certificado por la Organización Internacional del Trabajo

Los hombres de campo en ocasiones prefieren andar con el pecho descubierto para sortear el intenso calor insular que jamás termina, mientras desdoblaban esfuerzos –como de costumbre- en sus labores agrícolas.

La luz solar baña en sudor sus cuerpos, colorando de verdes, amarillos-naranjas y azules intensos el espacio abierto y rural, donde despliegan  faenas habitualmente.

Día tras día, desde las primeras horas, estos seres se vuelcan a la dura pero reconfortante tarea de ganarse la vida con el fruto de la tierra.

Algunos se estimulan al producir alimentos para ellos mismos y su comunidad, otros –sin embargo- los anima la idea de ocuparse al aire libre en un campo de caña, en el cual el olor a guarapo anega el suelo durante suficiente tiempo.

Para los azucareros, la zafra representa una suerte de bendición. Ellos se atreven a mantener el buen desempeño en aras de alcanzar el cumplimiento de las cifras de corte comprometidas en cada jornada, así como chequear la marcha de los aspectos productivos.

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La Case que manejan garantiza la molida del central Manuel Fajardo durante toda la noche

GANAS DE CUMPLIR LA ZAFRA

En nuestro transitar por algunos plantones de caña, nos encontramos a los jóvenes Yilbert y Yunieskis, quienes se desempeñan como operadores de cosechadoras Case.

Ambos, pertenecientes al pelotón de la APA Manuel Fajardo de Quivicán, tomaban un frágil descanso en un área casi despojada de sombra al acercarse este reportero.

Yilbert cuenta con experiencia en la labor. No ocurre así con Yunieskis, que solo lleva un año subido sobre la cosechadora. No obstante, este último alega que ya domina la tecnología “como un maestro”.

El campo los atrapa, confiesa cada uno sin reparos. Todas las mañanas -antes de los primeros rayos del sol- Yilbert Pérez saluda el nuevo comienzo mientras se dirige a su acostumbrado quehacer. Yunieskis Ramírez lo releva en la tarde.

“Trabajamos 12 horas, los cambios de turno ocurren a las 6:00 am y 6:00 pm”, comenta Yilbert, holguinero de nacimiento y proveniente de una familia con tradición azucarera.

“Al llegar al plantón recibimos la Case y posteriormente nos aseguramos de que se encuentre en óptimas condiciones para iniciar el corte.

“Esta máquina es la encargada de garantizar la molida del central Manuel Fajardo durante toda la noche, mira si es importante.

“Siempre que pongo a funcionar la combinada, me aseguro de que no permanezcan cerca objetos u otras personas porque podría ser peligroso”, agrega.

DSC_0735Por su parte, Yunieskis no tiene azucareros en su hogar, pero aprendió rápidamente el oficio por el sector. Había realizado otras tareas cuando le informaron sobre la necesidad de un doble turno en el pelotón.

“Tuve que pasar un curso de 15 días para aprender a manejar la máquina. Al principio fue difícil, una cosa es teoría y otra diferente es la práctica. Yilbert estuvo a mi lado y me enseñó hasta que gané seguridad. El equipo realmente es dócil para trabajar”, expresa.

Para algunos esta puede ser una actividad aburrida, pero lo cierto es que ambos disfrutan estar encima de una combinada atravesando el cañaveral y devorando plantas.

De su esfuerzo también depende que el resto de sus compañeros perciba un mejor salario y que el ingenio no se detenga por falta de gramínea.

En este sentido, añade que forman parte de un colectivo dedicado, factor esencial en el cumplimiento de la entrega de materia prima para el desarrollo de la zafra azucarera en el territorio.

A medida que avanzan las horas, despierta el apetito. Es el momento donde los muchachos realizan otra pequeña pausa y, como reza aquel famoso refrán, aprovechan para dejar el corazón contento y con ganas de proseguir la faena.

“Nuestro pelotón está en primer lugar en la emulación provincial”, enuncia orgulloso Yilbert. El grupo corta más del 80% de la tarea actualmente, lo que representa “un logro al tener por ahora un solo equipo, reconstruido este año.

“Tenemos un grupo técnico que se encarga de mantener la Case”, habla Yunieskis. “Pusimos mucho esfuerzo en dejarla lista para sacarla a cortar caña”.

DSC_0747Ustedes tienen la orientación de hacer el corte bajito. ¿Hasta qué punto esto puede ser o no dañino a la industria?

“Al hacerlo de esta forma, materias extrañas como piedras y tierra pueden penetrar y posteriormente afectar el proceso. La tecnología no está preparada en este sentido”, apunta Yilbert.

¿Cuál es el rendimiento promedio diario que alcanzan?

“Alrededor de 400 toneladas. El turno que cumpla, se estimula. Nuestro compromiso es alcanzar el plan a partir de la constancia y quehacer arduo”, señalan.

Tras nuestro diálogo, ambos se despiden con un fuerte estrechón de manos y las ganas de cumplir la zafra. Una vez más se escucha el ruido en el campo sembrado, donde el sol abrasa la tierra y los grandes equipos trabajan para responder al fragor de los tiempos.

Por Carlos Marcos Calzadilla carlosm@mayabeque.cip.cu

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